En Génova no se enteran de nada

14/02/22


Foto: PP

Los discursos oficiales dirán otra cosa, pero la noche electoral en Castilla y León solo tiene un claro vencedor: Vox. El PP, que forzó un adelanto electoralcon la intención de dar un golpe a la madrileña y rozar o incluso alcanzar la mayoría absoluta, se ha llevado un chasco notable: ha roto un Gobierno estable con un socio debilitado como Ciudadanos para entregar la gobernabilidad a Vox, su gran rival —no podrá hacer ninguna mayoría sin él—, y ni siquiera ha logrado mejorar su apoyo de las últimas elecciones, ya que ha perdido 0,04% de respaldo.

Por si había dudas, Santiago Abascal lo dejó muy claro: con este resultado, Vox exigirá entrar en el Gobierno regional y al menos una vicepresidencia para su candidato local, Juan García-Gallardo, un desconocido en la región hace solo dos meses. Tampoco eso ha importado. A Vox le basta con su marca para seguir arañando votos al PP y devorar también a Ciudadanos, que prácticamente desaparece en la región y se queda solo con un escaño, el de su dirigente, Francisco Igea, que no será decisivo. “Con este resultado, Vox tiene el derecho y el deber de formar Gobierno en Castilla y León y a aplicar su programa”, clamó un Abascal eufórico.

La peor pesadilla de Pablo Casado se ha hecho realidad con un adelanto electoral fallido que decidió el PP, sin que nadie le forzara: tendrá que meter en un Gobierno autonómico a Vox antes de las elecciones generales, algo que podría activar a la izquierda, que verá que esa coalición puede ser la que llegue a La Moncloa tras las próximas elecciones generales si no hay una movilización extraordinaria del voto progresista. Y ahora Juan Manuel Moreno, el presidente de Andalucía, tiene una decisión difícil: si adelanta también antes del verano, como tenía previsto, puede acabar con Vox en el Ejecutivo. Si espera a otoño, cuando se acaba su legislatura, tal vez tenga tiempo para intentar evitar la explosión de la ultraderecha que se ha visto en Castilla y León.

Alfonso Fernández Mañueco, el presidente castellanoleonés, podrá seguir en el puesto, pero el PP se queda en 31 escaños, el resultado que en las direcciones del PP en Castilla y León y en la calle Génova consideraban una catástrofe. Y ve cómo Vox se va a 13 escaños (sube 12) y un 17,61%, un resultado incluso superior al que tuvo en las generales de noviembre de 2019 en esta comunidad, que ya fue espectacular: 16,8%.

El PP gobernará, y aleja así los peores fantasmas de los últimos días, cuando algunos sondeos incluso señalaban que podía perder frente al PSOE e incluso ver cómo se le escapaba una comunidad que gobierna hace 35 años, algo que habría sido una catástrofe de tal dimensión que sin duda habría tenido consecuencias graves en la dirección nacional y en el liderazgo de Pablo Casado.

Pero lo hará dominado por Abascal, un exdirigente del PP y examigo de Casado que podrá ahora vengarse del discurso de su antiguo compañero en la moción de censura contra Pedro Sánchez, cuando la relación entre ambos quedó definitivamente rota. Ahora Casado, o su equipo, tendrá que pedirle a Abascal que le deje gobernar en Castilla y León, una de las cunas de los populares, la tierra donde empezó su carrera José María Aznar.

Mañueco hizo esfuerzos por disimular el fiasco poniendo el énfasis en esa victoria por la mínima que logró. Y mientras Abascal dejaba claro que Vox querrá entrar en el Ejecutivo, algo que estaba en duda en los últimos días, Mañueco intentó despejar esa posibilidad. “Voy a dialogar con todos para formar un Gobierno de todos y para todos”.

Sin embargo, los números son claros: el PP no ha logrado sumar más escaños que todos los demás partidos juntos menos Vox, como ansiaba y como logró Isabel Díaz Ayuso en Madrid, lo que le permitiría no depender absolutamente del partido de extrema derecha y no tener que ofrecerle consejeros. El PP tiene 31 escaños, y los demás sumados sin Vox son 37. Solo podría salir elegido presidente si se abstuvieran todos los pequeños y Vox, o si una abstención del PSOE para evitar la entrada de Abascal en el Ejecutivo le diera una investidura muy condicionada.

Esta última opción era algo que descartaban anoche los socialistas después de que los populares no les dejaran gobernar en Castilla y León en 2019 pese a ser el partido más votado. Así que no hay muchas opciones para los populares más que negociar muy duro con Abascal e intentar convencerle de que le apoye sin entrar al Ejecutivo, algo que se antoja muy difícil después de sus palabras del domingo por la noche.

Mientras, el PSOE, que pierde siete escaños y una primacía en Castilla y León que tuvo en 2019 de forma inédita, y casi irrepetible, salva los muebles al lograr un resultado que le deja muy cerca del PP en votos —poco más de 15.000— pero lejos en escaños —28 a 31—. La clave para que el PSOE no lograra ganar al PP, como esperaba en los últimos días, está en los grupos pequeños. Soria ¡Ya!, por ejemplo, que ha arrebatado dos escaños al PSOE y uno al PP, ha perjudicado mucho a los socialistas con sus 16.400 votos, prácticamente los mismos que separan a los dos grandes partidos. Y otras plataformas de la España vaciada que no han logrado escaño también han arrebatado con claridad votos a los socialistas, lo que les ha impedido esa victoria. Todo un aviso para las próximas elecciones generales.




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