Opinión


09/01/21

Guillermo Pérez-Cosío

  1. Lincoln no pasó por Polaciones

    Dos semanas después de la abrumadora victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982, quienes habían aceptado formar parte del futuro Gobierno socialista tras la llamada de Felipe González, fueron convocados a una reunión en la que se les explicó cómo se tomarían las decisiones en Consejo de Ministros. No habría votaciones. Las decisiones las tomaba el presidente. Se opinaba, pero no se votaba. 

    La aclaración seguramente no era necesaria, porque más de uno conocería la famosa frase de Lincoln (1809-1865), según la cual, encontrándose solo frente a la opinión de todos sus secretarios, dijo fríamente: “Siete noes, un sí; gana el sí”.

    Por eso es lógico que no existan votaciones en el Consejo de Ministros. Todos dependen del presidente, el cual puede separarlos de sus cargos discrecionalmente y también hacerles cambiar de departamento. El presidente y sus ministros forman un equipo, pero solo cuenta la personalidad de aquel. Dicho de otra manera, los ministros no pueden tener una política personal si quieren conservar el cargo.

    No parece que exista esta claridad de ideas en el Gobierno de Cantabria. Su presidente señaló hace tiempo que solo hacía lo que le dictaba su consejero de Sanidad en relación con las medidas para combatir la pandemia. Este, por su parte, viene descargado su responsabilidad -y la del presidente- en la directora de Salud Pública, a la que se cesa abruptamente hace un par de días, haciéndola protagonista única de la desastrosa gestión de la pandemia en los últimos meses. Pero, para sorpresa de todos, ella apunta que ha sufrido muchas presiones y que la obligaron a ceder en las medidas que proponía para hacerlas menos duras de lo que la propia situación sanitaria aconsejaba. 

    Volvamos, por tanto, al inicio de lo que parece ser el principio de la responsabilidad y el decoro político de un presidente de Gobierno desde los tiempos de Lincoln. La responsabilidad siempre es suya, del presidente, que es quien decide, nombra y separa a todos sus consejeros. Y es de muy cobardes descargar ese compromiso en otras personas haciéndoles aparecer ante la opinión pública como únicos responsables de una actuación desastrosa. 

    Pero cuando además esas personas alegan haber sufrido presiones para no aconsejar en sus informes que se hiciera lo que correspondía en un asunto tan serio e importante como es la Salud Pública en época de pandemia, ya no hablamos únicamente de una cobardía, sino de un engaño que merece la mayor de las condenas. 

    Estamos ante un cambio de ciclo. Los signos son muy evidentes y ya nadie lo niega. Mi padre decía que es más importante cómo se sale de los sitios que cómo se entra. Tuvo mas suerte que Lincoln que no estuvo en Polaciones -en cambio él sí-, pero también estoy seguro de que no habló nunca con Revilla.