Opinión


03/10/24

Juan Azcuénaga

  1. El Dr. Santiago Ramón y Cajal en Cantabria

    Próximo a cumplirse los noventa años del fallecimiento del Premio Nobel español Santiago Ramón y Cajal parece oportuno referir su trayectoria en nuestra región.

    Nacía el 1.º de mayo de 1852 en Petilla de Aragón, «humilde lugar de Navarra, enclavado por singular capricho geográfico en medio de la provincia de Zaragoza, no lejos de Sos». Fallecía en su casa (palacete Cajal) de Madrid, el 17 de octubre de 1934.

    Por sorteo era destinado, en 1874, al Ejército expedicionario a Cuba, que suponía su ascenso a capitán médico. Viajó en el vapor correo Guipúzcoa, con escala en Puerto Rico, arribando a La Habana el 17 de junio de 1874. Obtuvo la licencia absoluta en 15 de mayo de 1875 habiendo prestado servicios al Ejército durante 1 año, 9 meses y un día de servicio, habiendo sido diagnosticado de caquexia palúdica grave.

    Desde La Habana regresó a Santander en el vapor correo «España». Retrataba así su llegada: «Mi llegada a Santander debió ocurrir hacia el 16 de junio de 1875. Un enjambre de mujeres desarrapadas nos rodeó, disputándose nuestros equipajes. Impresionome muy agradablemente el paisaje de la montaña, cuya frondosa vegetación sólo hallé comparable con la de Cuba». Desembarcaba el martes 15 de junio de 1875 por la tarde, según la lista de pasajeros en la prensa local.

    Refería su desencanto de soñador al visitar el nacimiento del Ebro. Era un «antojo infantil por conocer los manantiales del Ebro... satisfecho al fin hace tres años». Imaginaba cómo sería la fuente de la que surgiría el agua y la realidad: «mostráronme en torno del sagrado manantial montones de piedras, cascos de botella, latas y cacharros rotos, por entre los cuales asomaban trabajosamente las cristalinas corrientes, para ser inmediatamente profanadas por zahareñas lavanderas y maleantes juerguistas». Más de treinta años después, un reinosano, Ramón Sánchez Díaz, expresaba que «el nacimiento del Ebro estaba en un perfecto abandono aldeano».

    En 1904 veraneaba en Lastres (Asturias) desplazándose a Llanes, a finales de julio, para dirigirse por La Hermida a los Picos de Europa. Se decía era esperado en esta capital, lo que no consta. En la primera quincena de agosto se constata su estancia en Potes con la intención señalada-

    Durante varios años el Ayuntamiento de Santander envió muestras del agua del abastecimiento de la ciudad al Laboratorio del Dr. Ramón y Cajal para su análisis bacteriológico. Comenzó en 1907 y todavía en 1928 coleaba el tema, según un remitido de la Compañía de aguas que señalaba «hace varios años los señores Ramón y Cajal y Mendoza hacían presente... que las aguas de la Molina, perfectamente potables, se impurificaban por las tierras que las rodean».

    La calidad de las ostras era otro problema. El 15 de diciembre de 1912 venía una Comisión del Instituto Nacional de Higiene, que presidía el Dr. Ramón y Cajal. Encabezaba dicha Comisión el Dr. Antonio Mendoza, bacteriólogo, y, por orden del Gobierno, venía para inspeccionar las nuevas instalaciones destinadas a criaderos de ostras de la Compañía Ostrícola, en Boo. Curiosamente, en estas fechas se anunciaban titulando Las ostras y el cerebro y se decía que «No hay tónico cerebral como las ostras. Téngase cuidado de pedir las ostras higiénicas de Santander, esterilizadas por estabulación y por la luz ultra-violeta. Única instalación en el mundo. Gran Parque de Boo (Santander)». El informe se publicaba ese mismo mes, cuando el periodista vallisoletano Gumersindo Puertas Rubio (firmaba sus crónicas taurinas como Volapié) escribía La asepsia de las ostras. Impresiones de un cronista, artículo fechado en Santander en diciembre de 1912, terminando el año con otro titulado Podemos comer ostras.

    En agosto de 1913 llegaba a El Sardinero, con su familia, procedente de Madrid. A los pocos días sufrió una caída, sin ningún daño, en la plaza de Augusto González de Linares. Se desplazaría a Torrelavega, acompañado del fisiólogo malagueño José Gómez Ocaña.

    El 14 de agosto de 1913 la Asociación Protectora del Viajero promovía una excursión en tren a Puente Viesgo, participando con su familia. El P. Jesús Carballo desarrollaba una conferencia, en el gran salón del Hotel Balneario; y visitaron la cueva en grupos de 20 personas, acompañadas por dos conocedoras de la gruta. Concurrieron más de doscientos excursionistas, citándose a Luis Buil y Bayod, José Rioja Martín, Orestes Cendrero Curiel, Luis Gutiérrez de Rozas, Obispo de Astorga y Alfredo Lasala. En Puente Viesgo les aguardaba Hermilio Alcalde del Río.

    Dos días después marchaba con su esposa en el tren de Bilbao de las 10'10 para dirigirse a Vichy. Sus hijos continuaron el veraneo en Santander.

    El Rey Alfonso XIII donaba, en 1915, 508 volúmenes a la biblioteca del Ateneo de Santander, que incluían obras de Santiago Ramón y Cajal.

    A finales de agosto de 1915, se encontraba entre nosotros. El 5 de septiembre realizaba una visita automovilista por la provincia, a Comillas, donde comieron, visitó el Seminario y el palacio del Marqués, y en Santillana, que ya conocían, visitaron la Colegiata. Adquiría una de las casas que construía en El Sardinero la Sociedad "La Providente".

    Empezaba el año 1916 anunciándose que Ramón y Cajal viajaría a Santander para practicar algunos estudios en la Estación de Biología Marina.

    Llegaba el 22 de abril de 1916 para pasar unos días, ver cómo iba la decoración del hotelito y disponer el amueblamiento de las habitaciones. El día 23 asistía a una velada, en el Instituto General y Técnico, al cumplirse el tercer centenario del fallecimiento de Miguel de Cervantes.

    El concejal Ernesto del Castillo Bordenave propuso, aprobándose, el 12 de mayo de 1916, que el Ayuntamiento diera el nombre de Ramón y Cajal a la calle número 5 de La Alfonsina, «donde el ilustre histólogo ha adquirido un hotel». En la sesión municipal del 31 de mayo de 1916 se informaba de su carta de agradecimiento por «haber puesto su nombre á la calle número 5 de La Alfonsina», carta ya divulgada por Benito Madariaga.

    Un diario local reproducía su artículo Psicología de don Quijote publicado en la Revista de Ciencias Médicas Bios y también en España Médica.

    Otros municipios le dedicarían calles: Reinosa: su ayuntamiento acordaba el 27 de abril de 1922 dar el nombre de Ramón y Cajal a la calle que venía llamándose del Desengaño. El Ayuntamiento de Astillero, el 17 de mayo de 1922, acordaba «dar el nombre de Ramón y Cajal al barrio de la estación de Guarnizo»; el 18 de marzo de 1923 se descubrían dos placas en Guarnizo para señalar dicho barrio. Asimismo le han homenajeado con calles, por ejemplo, Santoña o Torrelavega.

    Tras una breve estancia en Burgos, salía para Santander en la primera decena de julio de 1916, anunciándose su llegada a El Sardinero con su familia. Se le sitúa en las tardes de la terraza del Casino de El Sardinero, sentado en una butaca de mimbre, «con su gesto ceñudo de pensador».

    Varios concejales propusieron en sesión municipal del 9 de agosto de 1916, acordándose, que una comisión municipal fuera a saludarle. El acuerdo fue insuficiente y en sesión del día 18 siguiente los concejales estuvieron hora y media discutiendo si debían vestir etiqueta o no, advirtiéndoles el alcalde que los concejales, lleven o no ese traje, representan al Ayuntamiento. Se facultó a la Alcaldía para designar quiénes formarían parte de esa comisión.

    En sus memorias (1917), leemos «Actualmente redacto extenso trabajo (fruto de mis vacaciones de 1916 en Santander) acerca de la estructura de la retina y centros ópticos de los cefalópodos (con más de 50 grabados), destinado á Trab. del Lab. de Invest. biol., fascículos 1 y 2, tomo XV, 1917».

    Una carta de Reinosa de 16 de julio de 1917 manifestaba que pasaba unos días en la villa el Dr. Ramón y Cajal. Su esposa llegaría días después a nuestra ciudad procedente de Madrid.

    Su hija Pilar Ramón Fañanás contraía matrimonio en la capilla de San Roque de El Sardinero, con José Padró y Grané, tecnógrafo de la Facultad de Ciencias, siendo padrinos los padres de la novia.

    Durante su estancia este verano en Santander escribió la mayoría de los recuerdos de conversaciones que incluiría en Chácharas de café, según contaba en sus Dos palabras al lector.

    Este año el Ayuntamiento, aconsejado por Ramón y Cajal, que presidiría el tribunal, convocaba concurso oposición para una plaza de médico bacteriólogo, cargo que obtuvo el médico montañés D. José Alonso Celada Revuelta.

    El 31 de julio de 1918 llegaba «con su familia á su residencia veraniega de El Sardinero, el distinguido histólogo don Santiago Ramón y Cajal».

    Pick (seudónimo de José del Río Sainz) escribía, tras su muerte, que tuvo su chalet en el Sardinero en el que veraneó dos o tres estíos. El Dr. Ramón y Cajal que, en sus Chácharas de café, reflejó los dudosos privilegios del hombre célebre, le recibió así en su chalet al saber que era periodista: «Yo he venido aquí a descansar. ¿Sabe usted? ¿Qué le importa a nadie lo que yo hago? Cuando me ocurra algo que yo juzgue que debe conocer el público, yo seré quien se lo diga, pues para eso publico libros y escribo en revistas científicas. ¡Pero no puede ser! ¡Se me importuna más que en Madrid! Allí ya saben que mi laboratorio les está vedado, porque le ampara mi trabajo. Pero aquí no hay veraneante que no se crea con derecho a llamar a mi puerta para saludarme. ¡Como si aquí no tuviera también que trabajar! ¡O que descansar, que también es trabajo...!». No volvió a verle desde aquel día, añadía Pick, que pensaba que sólo vino un verano más a nuestra ciudad y no regresó.

    Los doctores Avelino (el Ayuntamiento de Santander le dedicaría una calle el 24 de enero de 1920; fecha incorrectamente señalada por José Simón Cabarga en Santander en la historia de sus calles) y Ángel Gutiérrez, sobanos, escribían desde Buenos Aires, donde residían, el 3 de febrero de 1919, al Dr. Ramón y Cajal, presidente de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas, adjuntándole un giro sobre Londres de 1.445 libras esterlinas con destino a pensiones en el extranjero. Lo hicieron también otros años, con donativos de 12.000 pesetas «destinadas á tres pensio­nes para ampliar estudios en el extranjero, en memoria y honor de los Profe­sores españoles Menéndez Pelayo y Ramón y Cajal». Beneficiario de una de estas pensiones había sido, en 1914, Miguel Artigas.

    El 16 de mayo de 1922 celebraba la Academia Apolo de nuestra ciudad una velada científico literaria en homenaje a Santiago Ramón y Cajal.

    El Ateneo de Santander escribía el 1 de diciembre de 1923 al escultor Victorio Macho agradeciéndole la donación de la cabeza en yeso del Dr. Ramón y Cajal. Le indicaban que «El Ateneo vería con gusto que la cabeza se vaciara en bronce —satisfaciendo él los gastos que ésto ocasionara». Una nota en el Archivo de Victorio Macho, que datan en 1925, dice «Cabeza de Cajal — bronce — 5.000 pesetas».

    Paula Ramón y Cajal [sic], hija de D. Santiago, pasaba unos días del verano de 1924 en Laredo.

    En mayo de 1926 se decía que «en breve vendrá á pasar una larga temporada en la Montaña el ilustre y venerable sabio don Santiago Ramón y Cajal». Fijaría su residencia, «casi seguro», en El Astillero.

    Su esposa, Silveria Fañanás García, fallecía en Madrid, el 22 de agosto de 1930, a las seis y media de la tarde,

    El verano de 1931 lo pasaba Jorge Ramón Fañanás en Liérganes, con su esposa.

    Los coros montañeses El Sabor de la Tierruca fueron a Avilés, para dar un concierto en el Club Marítimo y visitaron a Ramón y Cajal que veraneaba en Salinas y les acompañó al concierto.

    La Sociedad de Amigos del Sardinero, tras su fallecimiento, recordaba al Alcalde que «La calle está en parte urbanizada, pero anónima. No ha existido posibilidad de que se colocara la placa que perpetuara el nombre de un español de tanto relieve». Reaccionaría la Alcaldía ordenando fuese encargada la placa correspondiente.

    La Sección de Ciencias Médicas del Ateneo de Santander celebraba el 24 de noviembre de 1934, una sesión necrológica en homenaje a Santiago Ramón y Cajal; Gabriel María de Pombo dijo «que la escultura del maestro que presidía la velada, obra de Victorio Macho, presidiría en lo sucesivo los trabajos del Ateneo». El Ateneo Popular organizaba el 11 de diciembre una conferencia sobre Ramón y Cajal, su vida y su obra.

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