Opinión


04/06/24

Juan Azcuénaga

  1. El viaje del príncipe de Gales a España en 1623 y los toros

    Ya comentamos aquí la salida del príncipe de Gales tras su frustrado matrimonio con la infanta María de España que dio origen a una curiosa incidencia gastronómica en nuestra ciudad.

    El caso es que este viaje también es recordado en los anales de la fiesta de los toros, ya que el rey Felipe IV le obsequió con diversas fiestas, entre ellas es particularmente notable la corrida real de toros celebrada en la Plaza Mayor de Madrid el día 1 de junio de 1623. Según refiere Leopoldo Vázquez y Rodríguez, se trataba de la primera corrida de las fiestas reales con que se obsequiaba al príncipe de Gales. Y se destaca por que «en ella se sacan de la plaza, por vez primera, los toros muertos arrastrados por un tiro de mulas por disposición del corregidor D. Juan de Castro».

    Hay que señalar que la Gaceta de Madrid de 4 de octubre de 1846 ya publicaba, de la pluma de Ramón de Mesonero Romanos, lo siguiente, refiriéndose a dicha corrida: «Para ello se puso otro balcon dorado junto al de SS. MM., y habiendo venido la reina en silla por hallarse preñada, acompañándola á pie el conde duque de Olivares y el de Benavente, el marques de Almazan y dos alcaldes de corte, ocupó su balcon con los Infantes é Infanta doña María; en el otro balcon nuevo (dividido con un cancel o biombo) se colocó el Rey con el Príncipe. En esta fiesta dicen los historiadores madrileños que fue la primera en que se introdujo sacar de la plaza los toros muertos por medio de mulas; peregrina invencion que atribuyen al corregidor D. Juan de Castro y Castilla». Este relato de La Plaza Mayor de Madrid se publicaría más tarde en Escenas matritenses (1851).

    Más tarde, José Silva Aramburu dirá: «...en 1636, en las fiestas ofrecidas al Príncipe de Gales, pretendiente de la infanta doña María, hermana de Felipe IV, el corregidor de la entonces Villa y Corte, don Juan de Castro y Castilla, engalanó a los animales susodichos "con gualdrapas de tela de plata con armas reales, grandes montes de penachos y pretales con mucha cascabelada", según se dice en las "Cartas de algunos PP. de la Compañía de Jesús" que figuran en el "Memorial Histórico Español"».

    El fallecimiento del papa Gregorio XV, ocurrido el 8 de julio de 1623 en Roma, se significa en la Verdadera relacion, de la conclvsion, y remate del casamiento del Príncipe de Inglaterra con la Infanta de España, de las ceremonias que huuo, y de las galas que al dar los parabienes se sacaron manifestando  que «nos ha quitado los toros de santa Anna, y otras fiestas».

    Ramón de Mesonero Romanos, en el artículo mencionado, y Leopoldo Vázquez y Rodríguez nos relatan que hubo otra fiesta taurina el 21 de agosto y «En ella tomó parte el rey, hubo 10 cuadrillas de á ocho caballeros, y rejoneó toros D. Francisco de Barnabás representando á don Duarte de Portugal». Los cronistas dedican más comentario al otro festejo que acompañaba al taurino, el «correr cañas».

    D. Juan de Castro y Castilla era natural de Valladolid y fue nombrado corregidor de Madrid el 17 de febrero de 1622, empleo que mantuvo hasta el 8 de mayo de 1625. Sería nombrado primer Conde de Montalvo el 19 de mayo de 1636. José Vega escribirá que era «Hombre muy dado a ilustrar sus cometidos públicos con invenciones de apariencia», y añade que «en estas fiestas reales de toros brilló a gran altura. Dispuso un fastuoso arco para la puerta de Guadalajara, con una alegoría hispano-británica; una red de ramaje, a manera de abanico, como protección umbrosa a los lugares soleados de la plaza Mayor; un triunfo de flores, laureles y gallardetes, como adorno capital del balcón de la Casa de la Panadería, que servía de palco a los reyes». Lo que ha sobrevivido hasta nuestros días es el empleo de mulas empenachadas para hacer el arrastre de los toros muertos durante la lidia en el coso taurino. Un impreso de la época, conservado en el Archivo Municipal de Madrid, nos dice que: «... se aderezaron unas mulas jóvenes con grandes penacheros encarnados y blancos, para tiro y saca de los animales muertos...». Durante el siglo XIX se generalizó el uso del diminutivo «mulillas».

    Hay que decir que anteriormente se sacaban los toros de la plaza por «medio de carros, en los que, no sin grandes dificultades, por el enorme peso de las reses, cargábanse éstas y los caballos muertos en la lidia».

    Durante su viaje hasta nuestra ciudad fue obsequiado el príncipe con espectáculos taurinos en Segovia, Olmedo y Herrera de Pisuerga.